martes, 21 de abril de 2015

SLEEPWAY CAMP (1983)



¿No os pasa a vosotros a veces que hay películas de culto o muy conocidas que, por circunstancias de la vida, nunca encontráis el momento de ver? Pues eso es lo que me pasaba a mí con Sleepway Camp (1983), que no la había visto y para una amante del cine de terror, y especialmente de los slashers como yo, esto era un pecado. Le puse solución hace bien poco, cuando tuve que verla para hacer un especial sobre campamentos en el podcast de mi amigo Salva Valero,  Noches de Miedo. 
 
Lo primero que tengo que decir es: ¡Uoooooh! ¿Cómo podía no haber visto este slasher? No creo que hayáis visto una película como ésta. Vamos a ver, aunque en un principio puede parecer la típica película de asesinatos ambientada en un campamento de verano, toda la cinta tiene una atmosfera muy rara y unas connotaciones sexuales de lo más extrañas. Y mejor no hablemos de ese final, que si no lo conocéis, os dejará con la boca abierta y se quedará grabado a fuego en vuestra memoria. 

Ocho años después de que su padre y su hermano perdieran la vida en un trágico accidente en un lago, Angela se dispone a pasar el verano junto a su primo Ricky en el campamento Arawak. Nuestra protagonista, todavía traumatizada y prácticamente catatónica, se convertirá en el blanco de las burlas  y pesadas bromas de sus compañeros. Su primo no dudará en defenderla de estos ataques y enfrentarse a todo el mundo que ose meterse con Angela. Al poco tiempo, los campistas empezarán a ser asesinados uno a uno, con lo que el terror llegará hasta ese apacible lugar.

Su peculiar guionista y director es Robert Hiltzik, que dedicó la película a su madre, dedicatoria rara que alcanzará su punto álgido con el desenlace final, jajaja. Hiltzik sólo dirigió esta película y una secuela casi 25 años después, Return to Sleepway Camp (2007), que fue directamente lanzada al mercado doméstico. ¿Y dónde diréis que se inspiró nuestro amigo para escribir esta historia? Efectivamente, en un campamento de verano de su infancia, donde le sorprendió la poca supervisión que tenían los menores y cómo éstos corrían como posesos por el lugar. Esto último aparece reflejado en el comienzo de la película cuando riadas de niños salen de los autobuses corriendo como locos hacia el campamento, como si fuesen mini Usain Bolts en plena competición.

Aunque, aparentemente, Sleepway Camp parece una de tantas copias que se hicieron en la época de Viernes 13 (1980), es mucho más que eso. Coincide con la película de Sean S. Cunningham en su localización en un campamento, con un asesino que va matando poco a poco a los campistas y del que desconocemos su identidad,… pero se diferencia en que la mayoría de los protagonistas de la película son verdaderamente niños o preadolescentes, lo que no impide que exista una carga sexual bastante perturbadora durante toda la cinta. Aquí los que más carne enseñan son los chicos con sus shorts y sus camisetas ombligueras, como ese monitor que parece sacado de un concurso de culturismo.

Pero sin duda, lo que más me llamó la atención es esa sexualidad tan perturbadora y extraña que actúa como telón de fondo, como os comentaba antes. Me quedé alucinada con esa escena en la que el equipo de cocina del campamento está viendo la llegada de los niños que corren compulsivamente, y el jefe de cocina los mira con lascivia y hace comentarios sexuales .Yo miraba la pantalla con ojos como platos y pensaba ¡pero si son sólo niños! Me pareció una escena de lo más rara y dudo bastante que, en el tantas veces puritano cine americano actual, se mostrase algo así de manera tan explícita. 

En cuanto a las actuaciones destaca una genial Felissa Rose en su interpretación de la traumatizada Angela. Esas escenas en las que aparece catatónica, mirando fijamente a la persona que le esta hablando, sin pestañear, ni pronunciar una palabra, se han convertido ya en míticas en el cine de terror. Me hizo mucho gracia también la actuación de Jonathan Tiersten como ese primo sobreprotector que defenderá a su prima de todos los que se meten con ella, insultándoles y diciéndoles auténticas barbaridades. Yo pensé que en algún momento le iba a dar una ataque de lo rojo y colérico que se ponía, jajajaja.

La cinta no se recrea especialmente en los asesinatos, no hay mucha sangre. Incluso en uno de ellos no se ve nada, sólo se insinúa por medio de sombras y el arma utilizada: un rizador de pelo, de lo más original, ¿verdad? A pesar de ser una película de bajo presupuesto, el maquillaje y los efectos especiales están muy conseguidos.

El guión tiene muchos fallos y es difícil tomárselo en serio, pero solamente por ese giro que da toda la historia al final, merece la pena verla. Cuesta entender cómo, a pesar de que los asesinatos se van sucediendo, la vida en el campamento sigue igual. Incluso bromean con ello cuando al tercer asesinato o así, muchos de los padres se han llevado a sus hijos y uno de los monitores apunta que ahora no va a haber gente suficiente para jugar un partido de beisbol. Algo de suma importancia en ese momento, se ve. Y digo yo, los padres de los niños que se quedan ¿en qué estaban pensado dejándoles en un sitio donde no paran de asesinar a gente?

Sin duda, recomiendo encarecidamente Sleepway Camp a todos aquellos que no la hayáis visto porque por algo se ha convertido en una película de culto que cuenta con muchos seguidores. Por si os quedáis con ganas de saber más, os dejo el enlace a una de las páginas más importantes sobre la saga. Aquí podréis encontrar desde entrevistas a los actores, hasta mapas del campamento y noticias sobre los lanzamientos en DVD. De verdad, pasaros por la página porque no tiene desperdicio.